La semana pasada disfrutamos de una jornada de voluntariado en la zona de Ea (Vizcaya), donde nos dedicamos a quitar zarzas y helechos de un monte para favorecer el crecimiento de robles (especie autóctona) que había sido plantada hace unos meses.
Seguramente cuando estos robles sean "adultos" nosotros ya no existiremos, pero precisamente esa es la magia de este voluntariado, el dejar un "legado ecológico" que perdure más allá de nuestras vidas.
Esta jornada en Bilbao ha estado organizada por la Fundación Novia Salcedo en colaboración con la Fundación Lurgaia, yo en concreto, junto con mis compañeros hemos acudido como Voluntarios de AXA de Todo Corazón.
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